La
palabra secretario proviene del latín secretarius, dícese de la persona
a quien se comunica algo que no debe trascender a otras.
Diversas
vertientes lo señalan como el encargado de describir la correspondencia,
extender las actas, dar fe de los acuerdos y custodiar los documentos de una oficina.
el vocablo se relaciona con secreto, reservado, confidencial y hermético.
Secretario
privado, fue el nombre original con que se conoció a las personas encargadas de
los asuntos oficiales de otras que ostentaban un cargo oficial. Al ampliarse
las tareas y responsabilidades de los funcionarios públicos, se originó el término
de Secretario Particular, el cuál adquiere carta de naturalización en la
Administración Pública.
Habitualmente,
cada funcionario público aplico un sello personal a la organización de sus
oficinas inmediatas, que reflejo lo que Daniel Cosió Villegas denominó el
"estilo personal de gobernar", en referencia al presidente de la
República Luis Echeverría Álvarez. De ahí que las funciones asignadas a los
Secretarios Particulares varíen en cada dependencia o unidad, influyendo en
formación profesional y sus características personales.
La
sociología ha desarrollado un método basado en la construcción de tipos a partir
de una selección de ciertos criterios, llamados elementos, rasgos; cuyas
referencias empíricas pueden señalarse en la realidad. En el ejercicio de sus
funciones, independientemente del origen de su nombramiento, apreciamos una
tipología en la que cada uno es una combinación de formas, actitudes,
concepciones, creencias, usos sociales y naturaleza humana, entre otras.
El
Secretario Particular desarrolla su formación profesional en los tres ámbitos
habituales: la administración pública, el poder legislativo y el poder
judicial. Espacios de poder que le permiten como político y ejecutivo,
evolución en grado de responsabilidades y compromiso. En acumular experiencias
que le permiten abonar un mejor futuro personal, a través de las siguientes
características: discreción, eficiencia, inteligencia, lealtad, silencio
absoluto e intransigente reserva.
Durante
el siglo XVIII, y hasta la actualidad, se ha destacado la gran relevancia e
importancia de quienes han estado detrás de la historia política de México. Ya
son más de 270 años, desde que la Corona española decidió nombrar al primer secretario
del virreinato, para asistir a las distintas personalidades que atañían a un
México cada vez más demandante. De manera permanente esta función fue limitada
en cada etapa que afrontaban las distintas administraciones gubernamentales. No
obstante, las tareas y actividades han ido cambiando, ha sido necesario añadir
e identificar cada vez más sus cualidades y capacidades dando lugar al concepto
que hoy es sinónimo de institucionalidad: Secretario Particular.
Este
cargo para desempañar siempre habría de estar presente porque marca la
optimización en el ámbito institucional que prevalezca. Para entender la
naturaleza de esta ardua labor es de suma utilidad saber su inclusión dentro de
esta historia.
En
la presente obra, se plasma quién es quién en la memoria histórica de México,
mostrando una visión en retrospectiva de quien no hemos desempeñado como
Secretario Particular, y de quienes con gran vocación y ahínco siguen
ejerciendo tan loable labor.
A
mis amigos Alfonso Araujo López y Oscar Méndez Orihuela ejemplos indudables de
quienes ejercen con todas sus cualidades y talentos tan ardua tarea, todo mi
reconocimiento para ellos.
Senador
Ernesto Gandar Camou.
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