El emancipador de la
independencia mexicana el padre Miguel Hidalgo y Costilla, al comprender la
abrumadora función que desempeñaba, decidió que: “al ser múltiples mis
funciones y deseo acompañarlas de un fiel y firme colaborador, me asisto de un
secretario como tal”.
La figura de un secretario
particular puesto no puede faltar en ninguna esfera de la política y de la
administración. Su tarea es fundamental en el encumbramiento de la inmediata jerarquía.
Suponer que dicha figura está al
servicio personal (los hay), la secretaria particular (no), ya que su función
estriba entre otras más cosas en el servicio de la institución como tal.
El santo de los secretarios
particulares lo podemos ubicar en el papa San Juan XXIII (Ángelo Roncalli),
quién fue secretario particular del obispo de Bérgamo Giacomo Radini-Tedeschi.
En Eusebio Hierónimo (Jerónimo de
Estridón), podemos encontrar al padrón de los eruditos. Al que en su encargo de
secretario particular del papa Dámaso I (1º de octubre de 366 11 de diciembre
de 384), por su eficacia y conocimientos idóneos del cargo y personales. La Iglesia Católica lo ubica como uno de los
cuatro Padres Latinos. Es considerado santo tanto por la Iglesia católica, por
la Iglesia ortodoxa, por la Iglesia luterana y por la Iglesia anglicana.
En una de sus mejores obras es
haber inducido a la construcción del primer monasterio de mujeres. Así como el
mejor traductor de la biblia que ha existido.
“Sé la cigarra de las noches…Mantente
alerta y sé cómo el pajarillo en el desierto”.
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